¿QUIÉN FUE MARTÍN LUTERO?

Martín Lutero Ziegler nació en el año de 1483 y fueron sus padres: Hans Luther y Margarita Ziegler, campesinos alemanes de Sajonia. Lutero nació en Eisleben,una pequeña ciudad en el antiguo Estado de Sajonia, en la región oriental de Alemania.

A mediados de 1505, durante una tempestad le cayó un rayo que le quebró una pierna, entonces hizo un voto a Santa Ana, santa de la cual era muy devoto, que si salía con bien de ese trance, se metería de fraile. Promesa que cumplió ingresando a la orden Agustiniana, siendo ordenado sacerdote en 1507.

En 1510, con ocasión de algunas discusiones entre varios conventos de Alemania, Lutero viajó a Roma, de donde volvió escandalizado por la vida mundana de muchos miembros del clero romano, incluyendo al mismo Papa.

Entre los años de 1515 y 1516 comienza a desarrollar su doctrina acerca de la predestinación y de la salvación por la sola Fe, basándose sobre todo en su interpretación muy personal de la Carta a los Romanos.

El 31 de octubre de 1517, con el pretexto de la predicación de las indulgencias para pedir limosna para la construcción de la Basílica de San Pedro, Lutero clava sus famosas 95 tesis en las puertas de la Catedral de Wittemberg. En este escrito combate no solo los abusos en la predicación de las indulgencias, sino que va más allá y ataca la doctrina teológica acerca de ellas.Muchos se adhirieron a su posición.

El papa ordenó que se hiciera un juicio contra Lutero, que fue presidido por el cardenal Cayetano (1518). No obstante que Lutero fuera reconocido culpable, no se pudo proceder en contra de él, por la protección que gozaba de parte de Federico, príncipe de Sajonia. Esto dio alas a Lutero, que llegó a negar el Primado Pontificio y la infalibilidad de los concilios.

El año 1521 el papa León X excomulgó a Lutero. Lutero fue demasiado lejos y acabó separándose y organizando su propia iglesia.

La justificación por la SOLA FE

Martín Lutero afirmó que un hombre podía cometer fornicación y asesinato miles de veces al día y que no perdería su justificación. Él dijo esto para expresar su doctrina de la justificación por la sola fe, la cual es: no importa cuánto peque una persona, aún está salvada mientras crea (por la sola fe). En el mismo contexto, él declaró: “sé pecador y peca fuerte”.

La autenticidad de esas citas no es cuestionada, sino abiertamente admitida por los defensores protestantes de Lutero.

“Sé pecador y peca fuerte, pero confía y alégrate más fuertemente aún en Cristo... de éste no nos apartará el pecado, incluso aunque forniquemos y matemos miles y miles de veces cada día.” (45)
Cuando alguien le preguntó a Lutero acerca de la epístola de Santiago declarando que “la fe sin obras está muerta”, Lutero respondió:

“La epístola de Santiago no es más que paja, pues no presenta ningún carácter evangélico” (18).

El "Profeta" de Dios

Martín Lutero se creía inspirado directamente por Dios y nadie podía criticar sus ideas. Dice, por ejemplo: 

“En mil años a ningún obispo ha otorgado Dios tan grandes dones como a mí”. (8)
“Estoy cierto de que mis dogmas los he recibido del cielo. Mis dogmas permanecerán y el Papa sucumbirá” (9)
“Mi evangelio no tiene origen humano, sino divino” (10). “Yo soy el profeta de los alemanes” (11). “Estoy cierto de que la palabra de Dios está en mí” (12).
Y, como profeta, es más que el Papa. Por eso, él mismo excomulga al Papa:

“Del mismo modo que ellos me excomulgan en nombre de su sacrílega herejía, así yo, por mi parte, los excomulgo en nombre de la santa verdad de Dios” (13).
Publicó un manual de rúbricas o Fórmula de la misa y comunión, y envió una bula, como si fuera el Papa de su iglesia (14). Y dice: 

“Mi doctrina no puede ser juzgada por nadie ni por los ángeles. Pues teniendo yo certeza de su verdad, quiero ser, por medio de ella, juez de vosotros y también de los ángeles como dice san Pablo (1 Co 6, 3). Quien no acepte mi doctrina, no alcanzará la bienaventuranza. Mi doctrina no es mía, sino de Dios” (15).

La Biblia de Lutero

Existe la leyenda de que Lutero fue el primero en traducir la Biblia al idioma alemán y se la dio a la gente, es contraria a toda la evidencia. Lutero HIZO una copia de la Biblia durante los diez meses que vivió de incógnito en el castillo de Wartberg por temor a ser asesinado por sus enemigos, pero probablemente lo copió de una antigua Biblia alemana. No era una traducción del texto original en griego o hebreo, ya que Lutero no estaba lo suficientemente familiarizado con estos idiomas -ni podía obtener ayuda. Además, había literalmente miles de Biblias en latín y alemán existentes en este momento.

Parecería que Lutero quería que una Biblia se adecuara a su nueva doctrina, cambiando y omitiendo partes de ella para que se amoldara; de ahí que él escribiera una. Así por ejemplo, cuando Pablo dice que la ley produce cólera (Rom 4, 15), Lutero traduce: “La ley produce solamente cólera”. Donde se dice que el hombre es justificado por la fe (Rom 3, 28), él traduce: “El hombre es justificado por la sola fe”. Se inventa la palabra sola. Cuando alguien le criticó por esto, respondió: 

“El doctor Martín Lutero lo quiere así. Así lo quiero y así lo mando (sic volo, sic jubeo, sit pro ratione voluntas). Con esto he respondido a vuestra pregunta y os ruego no queráis responder más a tales asnos y a su vana palabrería sobre el vocablo sola, sino esto: Lutero así lo quiere y dice que él es un doctor sobre los doctores del Papado entero” (16). “A nadie se le prohíbe hacer otra traducción mejor… Pero yo no tolero que los papistas sean mis jueces, porque tienen aún orejas demasiado largas para eso y su rebuzno es demasiado débil para juzgar mi manera de traducir” (17).
Jerónimo Emser (+1527) descubrió 1400 errores en la traducción de Lutero.

Incluso, Lutero excluye de la Biblia algunos libros por su propia voluntad, al no apoyar su doctrina de SOLA FIDES. Dijo Lutero:

“La epístola de Santiago no es más que paja, pues no presenta ningún carácter evangélico” (18). “La carta a los Hebreos no es de san Pablo ni de ningún otro apóstol…, y también podemos hallar en ella leña, paja y heno” (19). “La carta de san Judas es un extracto de las de san Pedro y de otras… Es una epístola innecesaria que hoy día no se debe contar entre los libros fundamentales de nuestra fe” (20). “Sobre el Apocalipsis, yo no encuentro en este libro nada de apostólico ni profético” (21).
Así que, por lo menos, la carta de Santiago, de Judas, a los Hebreos y el Apocalipsis, para él no son inspirados por Dios. 

El odio al Papado

Al Papa le tenía un odio cerval. En todos sus escritos vomita su odio contra el Papa con las expresiones más groseras y vulgares. Veamos algunos de sus apelativos: cerdo, burro, rey de los asnos, perro, rey de las ratas, lobo, oso-lobo, león, dragón, cocodrilo, dragón infernal, anticristo maldito, excremento del diablo. En su tratado Contra el Papado romano, fundado por el diablo, dice entre otras cosas: 

Infernalísimo padre san Paulo III… ¿De dónde le vienen a vuestra infernalidad esos poderes? El desvergonzado mequetrefe Paulo III convoca ahora a un concilio. Que por tal concilio le dé gracias el malvado demonio y no asistan a él sino el malvado demonio y su madre, su hermana, el Papa, los cardenales y demás residuos que hay en Roma de la infernal bazofia (22).
También le llama obispo de los hermafroditas, Papa de los sodomitas, apóstol del diablo, autor y maestro de todos los pecados y otras muchas cosas. 

Pero su odio lo manifestó especialmente en los dibujos contra el Papa, que publicó en la Biblia y en otros escritos, especialmente en el Retrato del Papado, publicado en 1541 (23). Estos dibujos, inspirados por él, los pintaba el famoso, Lucas Cranach el viejo y hay algunos que son muy groseros, con excrementos y cosas peores. Realmente, algo indigno de un cristiano y menos de un “profeta de Dios”. Antes de morir, dijo sobre estos dibujos en 1545: 

“Yo se que no puedo vivir largo tiempo y, sin embargo, tengo muchas cosas que sería preciso revelar acerca del Papa y de su reino. Por eso, he publicado estas figuras o imágenes, cada una de las cuales vale por todo un libro que se debe escribir contra el Papa y su reino diabólico. Que estas figuras sean mi testamento” (24).
“Yo muero en odio del malvado (el Papa), que se alzó por encima de Dios” (25). “Deseo que, después de mi muerte, conservéis una sola cosa: el odio al romano Pontífice” (26).
Y quiso que el epitafio de su tumba fuera 

“En vida fui tu peste, muerto seré tu muerte, Oh Papa” (27).
Con frecuencia, bendecía a sus seguidores y decía: 

“Que el Señor os llene de su bendición y de odio al Papa” (28).
Su odio al Papa no lo dejaba tranquilo ni a la hora de la muerte. Y lo mismo podemos decir sobre sus expresiones contra la Iglesia católica o contra las famosas Universidades de París, Lovaina y Colonia. Dice de la Universidad de París: 

“Es la madre de todos los errores de la Cristiandad y la mayor prostituta del espíritu, el mayor prostíbulo del anticristo, que es el Papa” (29).
Por eso y por mucho más, podemos suscribir lo que decía de él otro reformador, Enrique Bullinger (1504-1575), sucesor de Zwinglio en la sede de Zurich, en su libro Verdadera confesión de los servidores de la iglesia de Zurich, en el año 1545: 

“Lutero no guarda mesura alguna; sus escritos, en su mayor parte, no son más que estrépito y maledicencia. Va a lo suyo, despliega gran magnificencia y manda rápidamente al diablo a todos los que no se le rinden… Es claro como el día, y desgraciadamente innegable, que nadie ha escrito de cosas de fe y de cuestiones importantes y serias de una manera más salvaje y grosera e indecente que Lutero” (30).

Lutero y el matrimonio

Podemos hablar de otros muchos puntos, donde podemos ver también que Lutero no era ningún santo y menos un profeta de Dios. Por ejemplo, en cuestión del matrimonio decía: 

“El matrimonio es absolutamente obligatorio y necesario para quien tiene órganos de generación” (31). “La mujer no ha sido creada para ser virgen, sino para engendrar hijos” (32). “Las mujeres sólo sirven para el matrimonio o para la prostitución” (33).
Opina que el adulterio debe ser castigado con la pena de muerte y dice: 

“Si la autoridad civil se muestra negligente y morosa, y no impone la pena de muerte, puede el adúltero marcharse a un país lejano y allí casarse en caso de que no pueda vivir en continencia, pero sería mucho mejor que muriese para evitar el mal ejemplo” (34).
“Cuando uno de los cónyuges no quiere convivir con el otro, como cuando una mujer testaruda se empeña en no interesarse por nada, aunque el marido caiga diez veces en la impureza. Entonces, el marido puede decirle: Si tú no quieres, otra querrá; si la señora no quiere, venga la sirvienta” (35). “Yo detesto tanto del divorcio que prefiero la bigamia” (36).
De hecho, en 1539, Lutero, con Melanthon y Martín Bucer, le permitió al príncipe Felipe de Hessen, su protector, que tuviera dos mujeres y lo justificó, basándose en la Biblia y en que este asunto era necesario para el bien de la iglesia cristiana. Pero le aconsejó que no lo hiciera público. Y, cuando se enteraron muchos, le aconsejó mentir y decir que no estaba casado, sino que era su concubina. Dice así: 

“No se hundirá el mundo, porque uno, por un bien mejor y por causa de la iglesia cristiana, diga una buena y gruesa mentira. Una mentira necesaria, una mentira útil, una mentira que saca de apuros; una tal mentira, no siendo contra Dios, la tomo sobre mi conciencia” (37).

Los sacerdotes y los votos monásticos

Lutero escribió un libro Sobre los votos monásticos y otro sobre Por qué y cómo pueden las vírgenes abandonar el claustro según Dios, donde dice que los votos son algo antinatural; pues, para él, la unión sexual del hombre y de la mujer es de absoluta necesidad, y el matrimonio es obligatorio para una persona normal. 

Él mismo nombraba a sus párrocos y obispos. Y escribe: 

“Los obispos, los sacerdotes, los monjes y las monjas (católicos), las misas y todo ese reino con sus dogmas y ministerios no son otra cosa que monstruosidades, ídolos, larvas, mentiras, la mismísima abominación puesta en el lugar santo, prostituyéndose con títulos de obispo y de Iglesia” (38).

Lutero y la Virgen María

Entre las cosas buenas de Lutero, podemos mencionar su amor a María. Entre otras cosas dice lo siguiente: 

María es Madre de todos nosotros:

“María es la Madre de Jesús y Madre de todos nosotros aunque Cristo solamente fue quien reposó en su regazo… Si Él es nuestro, deberíamos estar en su lugar; ya que donde Él está debemos estar también nosotros y todo lo que Él tiene debe ser nuestro, y su madre es también nuestra madre”.(46)
A María Nunca podremos honrarla lo suficiente:

“María es la mujer más encumbrada y la joya más noble de la cristiandad después de Cristo… ella es la nobleza, sabiduría y santidad personificadas. Nunca podremos honrarla lo suficiente. Aún cuando ese honor y alabanza debe serle dado en un modo que no falte a Cristo ni a las Escrituras”. (47)
María es Madre de Dios:

“… Ella con justicia es llamada no solo madre del hombre, sino también la Madre de Dios… es cierto que María es la Madre del real y verdadero Dios”. (48)
María fue concebida sin pecado original:

“Es dulce y piadoso creer que la infusión del alma de María se efectuó sin pecado original, de modo que en la mismísima infusión de su alma ella fue también purificada del pecado original y adornada con los dones de Dios, recibiendo un alma pura infundida por Dios; de modo que, desde el primer momento que ella comenzó a vivir fue libre de todo pecado”.(49)
María no tuvo más hijos:

“Cristo fue el único Hijo de María, y la Virgen María no tuvo otros hijos aparte de Él… Me inclino a aceptar a quienes declaran que los ‘hermanos’ realmente significan ‘primos’ aquí ya que el escritor sagrado y los judíos en general siempre llamaban hermanos a los primos”. (50)
En su comedor tenía un crucifijo y una imagen de María con el niño. ¡Sorprendente! ¿No lo creen? ¿Por qué sus seguidores no lo habrán imitado es este sentido? Respuesta: ¡El libre examen de la Biblia!

Lutero y los Sacramentos

Aceptaba el bautismo de los niños y, sobre todo, Lutero conservó la creencia en la presencia real de Jesús en la Eucaristía y la defendió contra Ecolampadio, Zwinglio, Karltadt y Schwenckfeld. Sobre la Eucaristía, escribió dos libros: Confesión de la cena de Cristo y Que las palabras de Cristo: Este es mi cuerpo, siguen firmes contra los fanáticos. Dice: 

“Nos llaman devoradores de carne, bebedores de sangre, antropófagos, cafarnaítas, tiesteos, etc., como si fuésemos dementes, insensatos o furiosos que tenemos a Cristo incluido localmente y lo comemos a pedazos como el lobo devora una oveja y bebemos su sangre como una vaca bebe el agua” (42). “Aunque tuvieran razón, lo cual es imposible, al decir que en la Eucaristía no hay realmente sino pan y vino, ¿se habían de enfurecer y tronar contra nosotros con esas horribles blasfemias de Dios cocido, Dios empanado? ¿No debían tener respeto a la santa palabra de Cristo, no inventada por nosotros: Esto es mi Cuerpo” (43).
También aceptaba la autoridad de los cuatro primeros concilios de Nicea, Constantinopla, Efeso y Calcedonia. 

La intolerancia

En cuanto a tolerancia, Lutero era implacable con sus enemigos. A Karlstadt le prohibió predicar y publicar sus libros. A Zwinglio le tenía odio y dice de él en una carta a Melanthon del 27 de octubre de 1527: 

“Creo que es muy digno de santo odio por manejar tan desvergonzada y traicioneramente la palabra de Dios”.
En 1543 escribió el libro Sobre los judíos y sus mentiras, donde dice que quienes toleren o protejan a los judíos serán responsables de sus abominaciones ante Dios y aconseja que sus escuelas y sinagogas sean quemadas y sus cosas destruidas y se les confisquen sus bienes.

Lutero y el Estado

Pero lo más grave fue poner la autoridad de la iglesia en manos de los príncipes, que consideraron las cosas eclesiásticas como un asunto más de la administración pública. Así los príncipes fueron absolutos controladores de la religión en sus regiones y, con intolerancia, expulsaban a todos los que no seguían las doctrinas luteranas.

En su libro Contra las hordas ladronas y asesinas de los campesinos (39) incita a los príncipes a matarlos a todos por sus desmanes en la llamada “guerra de los campesinos”, donde masacraron a 150,000 campesinos. Dice: 

“Yo he dado muerte a todos los campesinos, cuando la revolución. Toda su sangre cae sobre mi cabeza, pero yo se la echo a nuestro Señor Dios que me mandó hablar de aquel modo” (40).
Les decía a los príncipes: 

“La autoridad debe acosar, golpear, estrangular, ahorcar, quemar, decapitar y tullir a la plebe para hacerse temer del pueblo y mantenerlo manso” (41).
¿Podemos aceptar estas cosas de un enviado de Dios? 

Conclusión

Algunos insisten en que Lutero reformó la Iglesia; NO la reformó -trató de DESTRUIRLA. Incuestionablemente, la Iglesia necesitaba una reforma, y Lutero, involuntariamente hizo despertar a la Iglesia, al Papa y a los Obispos de su complacencia, resultando en el Concilio de Trento. Sin embargo, el hecho de que la Iglesia haya sido dividida en miles de sectas, todas las cuales sostienen que la suya es la única y verdadera Iglesia que fundó Cristo, el crédito es de Lutero.

En resumen, podemos preguntar a quienes aceptan a Lutero como un santo y profeta de Dios: ¿Por qué aceptan unas cosas suyas y otras no? ¿Acaso todos los santos y Padres de la Iglesia y todos los doctores anteriores no tuvieron la sabiduría de Dios? ¿Todos ellos se equivocaron durante quince siglos? ¿Sólo Lutero tenía razón? 


WA se refiere a Weimarer Ausgabe, es decir, a la edición alemana de las obras de Lutero, publicada en Weimar en 1883. (8) Charlas de sobremesa 5494 V 189. (9) WA 10, 2 p. 184. (10) WA 10, 2 p. 12. (11) WA 30, 3 p. 290. (12) WA 7, 313. (13) WA 6, 604-12. (14) WA 10, 2 pp. 139-140. (15) WA 10, 2 p. 107. (16) WA 30, 2 pp. 632-36. (17) WA 30, 2 pp. 632-36. (18) Prólogo a su edición del nuevo Testamento de 1546 VII 386. (19) ib. VII 344. (20) ib. VII 386. (21) ib. VII 404. (22) WA 54, 214-15. (23) Pueden verse en el libro Lutero y el luteranismo de Manuel Fernández, Manila, 1992, pp. 516-526. (24) WA 54, 353. (25) Charlas de sobremesa 354b III 279. (26) WA 5, 316. (27) Charlas de sobremesa 3543a III 390. (28) Ib. 3543b III 391. (29) WA 8, 267-94. (30) Citado por Doellinger, Die Reformation, III 262-263. (31) WA 10, 2 pp. 275-304. (32) WA 11, 398. (33) WA 12, 94. (34) WA 10, 2 p. 278. (35) WA 8, 482-563. (36) WA 559-60. (37) M. Lenz, briefwechsel I 375. (38) WA 10, 2 p. 187. (39) WA 18, 357-361. (40) Charlas de sobremesa 291a III 75. (41) WA 20, 247. (42) WA 54, 144-145. (43) ib. 147. (44) Cartas IV 624. (45) Carta a Melanchthon, 1 de agosto de 1521. (46)Sermón, Navidad, 1529. (47)Sermón, Navidad 1531. (48) Sermón , Concordia. vol. 24. p. 107. (49) Sermón, 1527. (50) Sermón, 1539.